lunes, 25 de abril de 2011

Recuerdame (Parte VI)

Bueno, esta es la última parte del relato, espero que os haya gustado.



-¿Y por qué no puedes?

- Samu me llamó el otro día para quedar mañana, no puedo decirle ahora que no.

- Pero Christian… a las piscinas solo voy mañana, queda con Samu el domingo.

- No puedo Sara, me hace ilusión ir a las piscinas contigo pero, llevo dos años sin verte pero también sin ver a Samu, y he estado toda la semana contigo, me parece justo dedicarle un día al que fue en un momento uno de mis mejores amigos. Además, ¿no va Irene contigo? Deberías aprovechar y pasar el día tranquilamente con ella y con tus padres, yo te querré igual aunque estés lejos.

- Lo sé.- murmuré.

- Y ahora te dejo princesa, luego hablamos.

- Un beso, ¡y no me llames princesa! – le reproché.

Christian y su lógica, era tan bueno, tan poco aventurero… aunque debo reconocer que me impresionó mucho el puñetazo que le había propinado a aquel muchacho cuatro días antes en la estación de autobuses. Llevaba toda la semana pensando en lo mismo, aquel muchacho… ¿De qué me sonaba? Di por hecho que se había equivocado de persona pero, el caso, es que me sonaba mucho. Al final me conformé con suponer que como era amigo de Samu lo conocía de vista, pero ni mi propia explicación me dejaba la conciencia tranquila.

El sábado por la mañana partimos Irene, mis padres y yo hacia la sierra de Cuenca, donde según mis padres estaban dichas piscinas naturales, tardamos un tiempo en encontrarlas, para cuando lo hicimos era la hora de comer, asique decidimos comer primero y luego bañarnos.

Después de comer mis padres se limitaron a tumbarse a echar una siesta a la sombra de un árbol, en cambio Irene y yo preferíamos bañarnos, aunque no contábamos con que el agua estaba a unos 6⁰C y no aguantamos mucho dentro del agua , pero tuvimos un pequeño problema al ir a buscar las toallas, la mía no estaba.

- Parece que no te acordaste de meter la toalla ¿eh? - rió Irene.- anda, toma la mía que yo ya estoy seca.- cogí su toalla y me senté al borde de una roca, con los pies rozando el agua helada. Irene en cambio, decidió ir a hacerles compañía a mis padres y se tumbó a leer bajo la sombra de un árbol.

Fue como un rayo, no lo esperaba, pero tuve tiempo de ver como una figura que no reconocí tiraba su mochila al suelo y saltaba al agua pasando justo por mi lado, su salto provocó que una gran cantidad de agua me empapase a mí y a la toalla de Irene.

- ¡Mira donde saltas! Me has empapado.- me quejé.

- Lo siento mucho.- dijo sacudiéndose el pelo negro despeinado.- no he calculado bien la fuerza, culpa mía.

- Eres…eres tú.

- Soy…yo... Si supongo que soy yo. ¿Quién se supone que soy?

- El chico de la estación de autobuses ¿no? Al que mi novio pegó un puñetazo.

- ¡Ah! Sí, soy yo.- dijo saliendo del agua y sacudiéndose el pelo.- Entonces supongo que debo pedirte perdón por partida doble, te confundí con una amiga, lo siento mucho.

- Soy yo la que debería disculparse. ¿Cómo está tu nariz?

- Recuperándose.- dijo encogiéndose de hombros.- pero bueno creo que te he dejado sin toalla, toma la mía.- me puso su toalla alrededor de los hombros, estaba muerta de frio por culpa del agua y agradecí algo caliente sobre la espalda, era curioso, la toalla tenía un aroma que me gustaba, me resultaba familiar pero no recordaba porqué.

- Que caballero.- le dije al ver que me colocaba la toalla él.

- No, no soy ningún caballero, me gusta ser solo yo, Javier Durán.- dijo extendiendo la mano a modo de presentación.

¿De qué me sonaba aquella frase? ¿Porqué todo lo que él hacía me parecía tan familiar? ¿Por qué cada movimiento, cada vez que se alborotaba el pelo, porqué cada cosa que hacía me gustaba tanto? Piensa en Christian, piensa en Christian me repetía interiormente una y otra vez.

- Sara Rodriguez.- contesté estrechándole la mano.

Estuvimos un rato charlando, él desde el agua y yo sentada en un borde, podríamos decir que le conté mi vida en cosa de media hora, la verdad es que conectamos enseguida, no paraba de rondarme la sensación de que ya le conocía, incluso él, daba la sensación de que ya conocía mi vida, todo era muy confuso y extraño, pero decidí dejar de pensar y disfrutar de el momento que estaba viviendo a solas con aquel muchacho.

- ¿Dónde está mi amiga Irene?

- Pues no lo sé, estará durmiendo como tus padres ¿Qué pasa, tan poco te gusta mi compañía?

“Me gusta más de lo que crees” pensé. Y otra vez esa sensación de dejavú, de que eso ya lo había vivido antes pero, era imposible, le acababa de conocer.

El sol se había escondido detrás de las nubes y a Javier empezó a darle frio, salió del agua y me pidió la toalla.

- Ni hablar.- le dije con confianza.- que yo estoy en bikini y tengo frio también, no haberme empapado la toalla.

- ¿sí? Pues te vas a enterar, ¿ves lo empapado que estoy? ¡Dame un abrazo!

Comenzó a perseguirme para empaparme con un abrazo, éramos como dos niños pequeños jugando al pilla-pilla. Y finalmente me deje vencer y me dio un abrazo, una abrazo fuerte y solté la toalla para corresponder a su abrazo, porque algo en mi interior me decía que era una ocasión que no debía desaprovechar ni por un instante.

Estábamos abrazados, yo apoyé la cabeza en su hombro, algo me decía que podía tomarme ese tipo de confianzas con él, y permanecimos así, callados, hasta que él me susurró algo en el oído.

- “…Y sin nada que decir, porque nada es importante…” – cantó, le miré y me dijo.- lo más importante ahora mismo, es estar aquí contigo.

No tuve palabras para responderle, la sensación familiaridad aumentaba por momentos, estaba completamente segura de que eso ya lo había escuchado antes pero, ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué no lo recordaba?

- Ahora Sara, voy a hacer aquello que hiciste tu en su momento, y que yo no supe aprovechar. Cierra los ojos.

Obedecí, pero no entendí lo que me decía, ¿aquello que hiciste tú en su momento, y que yo no supe aprovechar? ¿A qué se refería?

Y pude notar sus labios posándose sobre los míos, una parte de mi decía que debía pararlo, que estaba saliendo con Christian y que besar a otra persona era traicionarle, pero otra parte de mí, me decía que aprovechara, que me lanzara. Y obedecí a la segunda parte, le devolví el beso rodeé su cuello con mis brazos.

En un segundo, mi mundo dio mil vueltas y una serie de imágenes comenzó a inundar mi cabeza, Samu presentándome a Javi, las conversaciones a solas, enero, cayéndonos juntos por la nieve, mayo, quedada en la piscina de Irene, el cine, su mano buscando la mía, el bar, la canción, el beso fallido, la vuelta a Talavera, la visita a Fran, el borrado de memoria, esa lagrima deslizándose por mi mejilla. Todo, lo recordé todo.
Instintivamente me separé de él. Le miré fijamente, le sonreí, le revolví el pelo y le abracé.

- ¡Has vuelto! – exclamé.

- Veo que te acuerdas de mí.

- Ya era hora ¿no tortolitos?- dijo Irene.

- ¿Y tu desde cuando llevas espiando? – pregunté.

- Desde que llegó Javi, Sara, sí metiste la toalla en la mochila, pero yo me encargué de sacarla, ¿como si no iba a hacer que Javi te prestara la suya?

Entonces comencé a comprenderlo todo.

- Entonces, por eso Samu ha quedado con Christian.

- Para quitarlo de en medio, si señorita.-dijo Javi.

- ¿Y quién ha ideado todo esto? – pregunté aunque creía conocer la respuesta.

- Una persona que está profundamente enamorada de ti, pero que era tan tonto como para no darse cuenta de lo que tenía hasta que lo perdió.- contestó Javi.

- ¿Sabes que es lo que más me gusta de eso? Que aunque te dieras cuenta tarde, intentaste reconquistarme.

- ¿Y lo he conseguido? – preguntó.

- Sí, lo has conseguido, pero ahora me da pena Christian, en cuanto vuelva a Talavera tengo que dejarle, no quiero hacerle daño.

- Me parece bien, mañana hablas con él, pero, mientras tanto, ¿puedo seguir con mi chica favorita?

- Creí que no te gustaba besar, ni estar con chicas, ni los rollos amorosos.

- Tú eres la excepción que confirma la regla.- me dijo sonriendo y me besó.

Para lo que quedaba de tarde mis padres decidieron desentenderse de nosotros e irse a caminar, Irene decidió irse con ellos y dejarnos a Javi y a mí que simplemente nos quedamos tumbados en las toallas, cogidos de la mano y recordando, recordando todos aquellos momentos que una vez olvidé, pero que por siempre recordaría de ahora en adelante.

- Recuérdame, siempre Sara, pase lo que pase, no me olvides, recuérdame.- me dijo al oído.

- Después de lo sucedido estos días Javi, he llegado a la conclusión de que, no es que el mundo esté en mi contra y no me deje olvidarte, es que simplemente, no quiero volver a olvidarme de ti.

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