viernes, 1 de abril de 2011

Recuerdame (Parte III)

Entramos en el local que estaba extrañamente vacío para ser viernes. Pedimos unos refrescos y mientras los tomábamos, se hizo un silencio largo e incómodo, él me miraba a los ojos, pero no decía nada, yo me moría por saber lo que pasaba por su cabeza, al final terminé por bajar la mirada.

Comenzó a sonar “Tu mirada me hace grande” en la radio del establecimiento, la cual resultaba curiosa de escuchar:

“…y aunque estemos los dos solos
Dando tumbos por Madrid
Y sin nada que decir
Porque nada es importante…”

- Cuanta razón…- comentó.

- ¿A qué te refieres?

- “sin nada que decir, porque nada es importante…”- cantó.- lo más importante ahora mismo es estar aquí contigo.

No tuve palabras para responderle pero sabía que ahora era el momento, me tenía que declarar de algún modo.

- Javi…cierra los ojos.- le dije.

Él obedeció, me acerqué hasta que pude sentir su respiración, le besé, no se me ocurría otra forma de decirle lo que sentía, fue un beso corto, marcado por mi nerviosismo y mi duda, pero en el que puse todo lo que sentía, me retiré rápido de él, algo no iba bien, no me lo había devuelto.
- Sara…-susurró.

- Lo siento, no debería haberlo hecho, perdóname, soy una estúpida

- No, no te disculpes, tienes todo el derecho de demostrar lo que sientes, no todo el mundo sería capaz de expresarlo así, entiendo que pueda gustarte, quizás he estado demasiado cariñoso contigo y eso te ha hecho pensar mal de nuestra relación, yo te quiero mucho Sara, pero más como una gran amiga que como mi pareja.

- No puedo Javi, llevo dos años intentando ser simplemente una amiga, y no puedo.

- Entonces, quizás debamos distanciarnos hasta que me olvides del todo y podamos volver a ser buenos amigos.

Javi parecía sombrío, ¿Qué había hecho? ¿Todo eso por un beso? Si algo tenía claro es que no podía seguir siendo solo una amiga. Tenía que olvidarme de él definitivamente, pero también sabía que eso me iba a resultar muy difícil, por no decir imposible.

En ese momento entraron Samu e Irene por la puerta:
- ¡Aquí estáis!

- Sara, ¿Qué te pasa? – pregunto Irene, obviamente se había dado cuenta de que algo no iba bien.

- Samu, tenemos que irnos, ha llamado mi padre, que tenemos que volver a casa ya.- dijo Javi

- Bueno, habíamos dicho de ir a la bolera, pero vale, si así lo prefieres vámonos, hasta mañana chicas.- me dio dos besos, se despidió de Irene y se marcharon. Javi no se molestó ni en despedirse.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó Irene.

Le conté todo lo sucedido y le hablé también del plan que mi cabeza había urdido para olvidarme de Javi completamente. Ante el plan, la reacción de Irene fue simple, aunque no me la esperaba.

- ¡Estás como una cabra!

- Puede, pero está decidido, mañana mismo me vuelvo a Talavera.

- ¿Estas completamente segura de lo que vas a hacer? – Asentí – entonces me voy contigo.

Obviamente el plan de fin de semana en casa de Irene se fue al garete. A las cuatro del sábado llegamos a la estación de autobuses de Talavera.

Busque en a guía el teléfono de mi “Salvador” y concerté una cita con él para el domingo a las cinco. Irene insistió en acompañarme a la cita.

- Sara, este sitio da miedo

- Ya lo sé, pero la persona que está aquí dentro me ayudará

Ciertamente el lugar daba escalofríos, era una pequeña nave a las afueras de la ciudad, todo el mundo creía que estaba abandonada, pero yo sabía quien vivía allí, el mayor genio de la ciencia que yo había conocido jamás, alguien que había sido un gran amigo para mi, alguien en quien había confiado muchas veces de pequeña, y en quien seguía confiando, alguien, que estaba convencida que me ayudaría a olvidarme de Javi para siempre.

Llamé dos veces a la puerta, oí unos pasos, se abrió la puerta y una figura nos invitó a pasar con un leve gesto de cabeza.

- Sara.- me saludó, tal y como recordaba tenia la voz dulce, todo lo contrario a su cara, la cual era oscura y sombría, quizás el hecho de que medía dos metros y era calvo y encorvado le daba un aspecto de villano de cuento, pero yo sabía que era una gran persona, siempre al servicio de los demás.- debo reconocer que me impresionó mucho tu llamada, pensé que ya te habías olvidado de mi.

- Irene, te presento a Francisco, el antiguo conserje de mi colegio

- Esto… encantada supongo.- contestó Irene, luego se giró hacia mí.- ¿y cómo te va a ayudar él en toda esta historia?

- Ya lo verás.- me volví hacia Fran.- Fran, ¿terminaste aquel proyecto del que tanto me hablabas?

- ¡Sí! Veo que lo recuerdas aún, lo terminé y funciona perfectamente, pero es un proceso caro y cansado

- ¿De cuánto estamos hablando?

-¿Quieres recordar u olvidar?

- Olvidar

- Entonces hablamos de unos 800€ pero por ser tu lo dejo en 400€

- Guay, había traído los 500€ de mi viaje de fin de curso no realizado, entonces ¿lo podemos hacer ahora?

- Necesitaré una hora para hacer el trabajo, al acabar permanecerás dormida durante unas…tienes 16 años ¿no? Pues unas 10 horas profundamente dormida y cuando despiertes ya habrás olvidado.- se dirigió a Irene.- tú tendrás que actuar como buena amiga y buscar la forma de llevarla a casa porque yo también me desmayaré.

- Llevar a casa, vale me lo apunto, pero Fran todo esto a mi no me convence… ¿Qué se supone que vas a hacerle?

- Es sencillo, el ser humano nunca olvida nada de lo que le sucede, lo esconde en una parte muy intima de su cerebro de la que raramente vuelven a emerger. Yo, he creado una maquina que me permite “remover” esos recuerdos y hacer resurgir un recuerdo olvidado o al contrario introducir el recuerdo que se quiere olvidar en la “zona intima” que es justamente lo que Sara quiere ¿no es cierto Sara?

- Completamente

Nos dirigimos a una máquina que él tenía detrás de un biombo. Había un sillón de coche, un casco de obrero con agujeros de los que salían pequeños cables que conectaban con la máquina, que era parecida a un ordenador en la que había otro casco con cables, no negaré que daba mala espina, pero sabía que estaba en buenas manos.

Me senté y me colocó el casco sobre la cabeza, a pesar de donde estaba, y lo que estaba a punto de hacer, solo se me ocurrió pensar “se me va a encrespar el pelo…”. Él se sentó en frente de la máquina y se puso el casco.

- ¿Recuerdo a olvidar?- me preguntó

- Todo lo referente a Javier Durán, como si nunca le hubiera conocido

- Muy bien, olvidaras todo lo referente a él y también el día de hoy, pues si mañana
no recuerdas por qué viniste aquí terminarías dándole demasiadas vueltas al asunto.

Podía leer el terror reflejado en los ojos de Irene, que se había quedado al lado del biombo y me miraba con preocupación, sus ojos marrones caían sobre los míos suplicándome “no lo hagas”. Fran encendió la máquina que activó un ventilador que estaba situado al lado de Irene, su largo cabello negro voló libre, trayéndome su olor hasta mi, mi mejor amiga, sabía que siempre la iba a tener ahí, incluso en las mayores locuras.

- Te quiero amiga.- le dije, luego dirigiéndome a Fran añadí.- ¡Dale caña!

¿Habéis oído alguna vez la expresión de ver como tu vida pasa ante tus ojos? Pues sentí algo parecido, la diferencia, es que lo único que pasaba ante mis ojos era Javi; desde lo más reciente a lo más antiguo, volví a ver aquel beso fallido, su mano sobre la mía en el cine, mayo, cuando quedamos para bañarnos, enero, aquella excursión a la nieve, y así, fue retrocediendo hasta que le conocí, cuando me enamoré de él.

Lo último que pude notar antes de dormirme, fue una lágrima deslizándose por mi mejilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario