domingo, 10 de enero de 2016

Elecciones.

Elegir.

Es algo que a muchos nos cuesta, pero que, en realidad, nos pasamos todo el tiempo haciendo.

Lo hacemos incluso inconscientemente, cuando ponemos un pie delante para caminar, inconscientemente elegimos si es el derecho o el izquierdo.

Elegimos la ropa que nos ponemos cada mañana. Qué comer, cómo peinarnos.

Nos pasamos el 90% del día eligiendo, cosas que quizá no tienen mayor trascendencia, es cierto, pero a veces, esas elecciones inocentes, pueden tener mucha relevancia en nuestra vida, y es que algo que estamos eligiendo durante todo el tiempo, es el "por qué hacemos las cosas".

El cómo actuar ante la vida también es una elección. He conocido gente que actúan según su propio beneficio, pero he conocido gente también, que eligieron ser buenos, escogieron ser buenas personas.

Muchos de ellos, he de decir, han cambiado con el tiempo, se han marchitado y han acabado escogiendo el camino fácil que es el pasotismo. Siguen siendo buenas personas, pero cada vez les importa menos.

También hay otros que siguen fielmente esta elección, y que aguantan en esa elección pese a los machaques diarios de la sociedad en la que vivimos, una sociedad que se jacta de apoyar la libertad de ser lo que quieras, una sociedad que te invita a ser de todo, menos una persona buena.

Así que los admiro.

Admiro a aquellos que escogen ser buenos, pero eso no quita que me preocupe la facilidad con la que alguien puede acabar dándose por vencido.

"Me he llevado muchas decepciones", "Ya no espero nada de nadie porque todos me han fallado", "No merece la pena seguir siendo el tonto que hace todo por el resto" y otras tantas frases que he escuchado de estas personas que, como es normal, en algún momento dejaron de poder con todo.

Y entonces lo descubrí. Descubrí que se puede elegir algo aún mejor que el ser buena persona.

Se puede elegir el hacer las cosas por amor.

Sin pensar en la satisfacción personal de hacer algo bueno, sino en la satisfacción de saber que en lo que yo haga, esa persona va a sentirse amada.

¿Y si la persona no se merece que la trate con amor?

Bueno, ¿quién decide quién merece qué en esta vida? Una persona buena sabe no acercarse a alguien que ya le ha hecho daño antes, o a alguien que no le inspira confianza, una persona buena procura no ser tonto,  pero una persona buena en ese caso no está pensando en la persona que tiene delante, está pensando en sí mismo únicamente.

Una persona que ama lo primero en lo que piensa es en que si esa persona ha actuado de mala manera, debe ser por algo, algo que quizás no sabe, pero que tampoco le hace falta saber, porque dentro de sus posibilidades mas cercanas hacia esa persona, lo único que puede hacer, es amarla.

Porque, si tu elección es amar, no te importa qué persona está delante.

Si hay algo que he visto muchas veces, es que el buenismo peca de poca atención, intenta ser un buenismo standar, intenta ser igual para todo el mundo, intenta actuar bien, igual de bien con todos, y, lo siento, pero no todos somos iguales ni todo nos afecta igual.

La diferencia con el amor, es que éste es individual. Cuando tu haces algo pensando en amar a una persona, piensas en la persona que tienes delante, en cómo se sentirá cuando tu actúes, y esa mirada anterior de ponerse en el lugar del otro, ese amor un poco más concreto que depende de quien tienes delante, ese amor, cala en la gente, os lo aseguro.

Se ve de lejos quien es una buena persona y quien hace las cosas por amor.

Un buenista se acaba cansando, en algún momento la sociedad va a poder con él, porque el resto del mundo no reacciona ante el buenismo, no devuelve aquello que el buenista intenta dar, y su corazón, falto de una respuesta del exterior, empieza a sentirse sólo y se endurece, para evitar daños mayores.

En cambio, quien ama no espera absolutamente nada, es consciente de que es posible que el resto no actúen como el, pero también sabe que el amor cala, que una persona amada no es indiferente, que el amor tiende a ser reciproco, y que puede que no regrese en tu misma dirección, es cierto, pero la semilla en una persona que se ha sentido amada puede brotar en mil direcciones, y esa es la mejor parte de elegir amar, que puedes tener la certeza de que cada acto que realices que provoque que alguien se sienta amado, puede brotar hacia cualquier dirección.

A veces retornará, a veces no, pero siempre se propagará hacia algún lugar.

Porque el amor no se para.

Porque el amor es adictivo.

Porque el amor contagia.

Porque amar, a su vez, es simplemente una elección, y quien se pasa la mayor parte de su día eligiendo, eres tu.

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